Escribe Ernesto Kreimerman: Dos candidatos agotados y agostados (2024)

Escribe Ernesto Kreimerman: Dos candidatos agotados y agostados (1)

Dos candidatos agotados y agostados. “Agotado” es un adjetivo que se utiliza para describir a algo o alguien que está muy cansado, débil o exhausto. También puede referirse a algo que se ha gastado por completo. Nuestro idioma es muy rico en sinónimos, y en este caso, hay unos cuantos. Para ampliar nuestro universo, vayan estos sinónimos de “agotado”: gastado, acabado, consumido, exhausto, marchito, seco, vacío, cansado, macilento, desganado, flaco, débil, impotente, arruinado, fundido. Yantónimos, vamos a ponernos austeros, vayan sólo dos a modo de ejemplo: fresco, descansado.

Por su parte, “agostado” proviene del verbo “agostar”, que describe la acción de secar, marchitar o estropear debido a una falta de humedad o agua. En concreto, “agostado” indica que esa acción ya ha ocurrido en el pasado y que el objeto o sujeto afectado está en un estado de sequedad o deterioro. Y la palabra “sequedad” tiene su origen en el latín. Se compone del adjetivo “seco” y del sufijo “-edad” que indica cualidad. Por lo tanto, “sequedad” significa “cualidad de seco”. Este término se utiliza para describir la falta de humedad o agua, como en el caso de un clima o un terreno.

Dos candidatos agotados y agostados. De un modelo de representación y gobernanza propio de la potencia global que ha sido y aún es, pero que ha entrado en crisis, a esta altura, severa. Ello se refleja, crudamente, en la fuerte división político social y de sus intereses extraterritoriales.

De afuera, hacia adentro

Hay datos que hablan por sí sólos. Y muchas veces como ésta, son contundentes. Esta sola cifra es indicadora de una realidad: que si bien es cierta la pérdida relativa del peso de los Estados Unidos tanto en la dimensión política como económica, aún tiene una presencia muy fuerte. Por ejemplo, la dimensión económica norteamericana: Estados Unidos concentrará el 26,3% del Producto Bruto Interno mundial; ello significa el número más alto en dos décadas. El dato lo ha destacado el Fondo Monetario Internacional, al mismo tiempo que ha advertido que la participación de Europa en el PBI mundial ha caído 1,4 puntos desde 2018; la de Japón, 2,1 puntos. Pero la realidad de Estados Unidos va en sentido contrario; ha subido 2,3 puntos.

Para algunos analistas, éste es uno de los problemas: que sigue siendo la primera potencia mundial, cuya realidad es que ha tenido hasta ahora un sólido crecimiento, grandes déficits y un dólar “alto o fuerte”, un mix que trae malos recuerdos de crisis pasadas, cuyas correcciones tuvieron costos sociales. Otra manera de resumir el estado actual: economía con crecimiento, mercado laboral fuerte y una inflación baja. Y en sentido contrario, las condiciones del mercado laboral fuerte han encarecido el costo empresarial y al sumarse las restricciones de la política migratoria, las presiones para contratos nuevos de trabajo de baja calificación son tema de agenda cotidiana para los sectores demandantes.

Los costos de la crisis de la COVID-19 han sido importantes para casi todos los países del mundo. Sin embargo, Estados Unidos ha sido una excepción. En buena medida, ha salido fortalecida de la pandemia y ello le dio una nueva vitalidad para plantearse reordenar prioridades en zonas estratégicas.
Tres medidas adoptaron para ordenar la salida de la pandemia: ejecutaron la mayor inyección de fondos federales en la historia de la economía estadounidense. Para ello se valieron de tres instrumentos: una ley de estímulo directo para los trabajadores, las familias y las empresas. Una segunda ley para sostener las pequeñas empresas, y tres, apoyo a la fuerza laboral.

El debate acerca de si se estaba frente a un ritmo de crecimiento del PBI que estaba provocando un alza riesgoso de la inflación, derivó en sucesivos aumentos de tasas resueltos por la FED, desacelerando de esta forma el desarrollo e incrementando el crédito.
La dimensión del rescate estadounidense opacó el esfuerzo realizado por Japón, Alemania y Canadá, que también fue muy importante. La realidad europea es diferente. La red de seguridad social, desarrollada desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, es sólida, y por ello rápidamente supieron adaptarse apelando a los programas solidarios preexistentes. Pero desde una mirada crítica, esa misma razón impidió un manejo más creativo y flexible de las ayudas.

Cómo estamos hoy

Los dos partidos tienen ya una interna resuelta que ha definido al candidato único, pero están con muchas dudas. La disciplina de los republicanos ha cerrado filas en torno a Trump, pero la interna es tensa y difícil de mantener. Los procesos judiciales empiezan a transformarse en sentencias adversas durísimas (de los cuatro juicios, uno ya tuvo sentencia unánime siendo declarado culpable de 34 cargos) con una condena de más allá de que evite ir a prisión mediante artificios y la debilidad del sistema.

Por su lado, Biden, a diferencia de Trump que más que empresario es un intermediario, por definición una actividad intuitiva y cortoplacista, es un político experimentado: parlamentario durante 36 años, otros 8 vicepresidente y los últimos 4, presidente.
Ambos candidatos son, por decir lo menos, dos hombres grandes que van por su segundo período presidencial. Biden ya con 81 años, y Trump con 78, desnudan los serios problemas de renovación de la política estadounidense.

Los comentarios a la mañana siguiente referían poco a los argumentos que uno y otro manejó en el debate, sino a las condiciones particulares de cada candidato. Biden, abogado y parlamentario, curtido en negociaciones complejas durante décadas, por más cauto que se mostró, tuvo momentos de confusión y poco claro en sus afirmaciones. Preocupó mucho a los suyos.

Por su lado, decepcionó el Trump cargado de argumentos antojadizos, medias verdades y muchos, sencillamente, mentiras. Por ello es que no quedó en el público la sensación de que se estaba frente a un ganador que sentía que estaba llevando ventaja.
La agresividad de Trump no obedece a sus pésimas decisiones de estrategia judicial, sino a una ausencia de sofisticación política, de comprensión del funcionamiento parlamentario.

Y ahora

La sensación del sistema político y de los ciudadanos es desoladora. Dos candidatos con la erosión de los años que no logran definir cuál es la oferta política, cuál es el plan, y a dónde se encaminarían los esfuerzos. Los republicanos fallaron en su intento de dejar atrás a Trump. Los demócratas no han reflexionado sobre las restricciones de la biología.

Desde la mañana siguiente los demócratas están estudiando cómo relevar a Biden. Algunos ya señalan que la decisión podría ser oportuna cuando en agosto se reúna en Chicago la Convención Nacional Demócrata, momento en el que se debe nominar oficialmente la candidatura Biden-Harris, o la que sea.
Los republicanos tampoco están conformes con el caos “tradicional” de Trump. Ya no sólo es un asunto de mentiras y medias verdades, sino de sentencias muy preocupantes. No pocos empiezan a pensar que relevar el candidato, in extremis, y en condiciones similares a los demócratas, podría ser una posibilidad cierta. En tal caso, como en el ajedrez, hacen tablas.

Ahora, lo que hay, son dos candidatos agotados y agostados.

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